martes, 20 de julio de 2010

Episodio 2: Volver o no volver, esa es la cuestión

Te llenas de sensaciones. Todas llevan a la confusión. De lo que estás segura es que ya no podrás volver a dormirte por un largo rato.

- ¿Sos amigo de Javier? – Le preguntás
- ¿Quién?
- Javier, el dueño de casa. El que organizaba la fiesta.
- Ah, no. Él salía con el amigo de un amigo mío. Por esa relación que mi amigo y él quedaron amigos, aunque ellos se dejaron de ver. ¿Se entendió? – Te pregunta, queriendo asegurarse ser lo más claro posible.
- Más o menos, sí – Le contestas, dejando salir una pequeña carcajada a la cual él responde con otra.
- Bueno, pero nunca me respondiste. ¿Ya estás bien? No sé que había pasado, ni me interesa saberlo. Sólo que esa situación me dejó una sensación muy extraña. Como si te conociera y necesitara acompañarte en ese momento. No sé. Parece todo descabellado, pero de verdad que lo sentí. Vos y tus ojos desfigurándose en ese rostro tan bello, me produjeron una armonía en la confusión.
- ¡Gracias!. Ahora estoy bien. – Le contestas mientras reflexionas sobre lo que te está produciendo todo ello. Ahí es cuando necesitas un minuto de respiro.

Le pedís que espere un minuto, que ya volvés. Vas al baño, te miras al espejo y te das cuenta que el maquillaje todavía sigue ahí sobre tu cara y todo desparramado. Tu cara es un horror. Te mojas con agua fría y repetís la acción. Te quedas un segundo dura, sentís el calor recorriéndote del tabique a los dedos de los pies. Volvés a reaccionar y vas corriendo al teléfono. Agarras el celular apoyado sobre la cama, saludas nuevamente a Juan y él ya no está ahí. Después de un largo rato de euforia y de sentir unos toros caminándote por la cabeza, te quedas pensando en la secuencia y con cada recuerdo una nueva incógnita de que fue lo que sucedió. En el medio se te empieza a cruzar la pelea con Dani y te das cuenta que el decirle todo lo que venias procesando te dio un alivio. Te sentís distinta a ayer. Pasas de la tensión que te produce el recuerdo de la situación, a la relajación de saber que le dijiste todo y volvés a tensionarte. Comenzás a descolocarte. “¿Y Juan?”, te preguntas. Ya son las 8:34. Tu cabeza te estalla pero tampoco podrías dormir ni si lo intentaras. Vas a la cocina, te preparas unos mates y seguís pensando. La gotera del fondo hace una sinfonía con la de tu nariz. Te sentís inquieta, así que decidís ponerte la misma ropa que habías tirado la noche anterior y bajás a pasear. Mientras caminas por la calle, ves los negocios cerrados y te acordás cuando eras chica, que no sólo los hipermercados estaban abiertos a esa hora, sino que la mayoría de los negocios abrían antes del mediodía. Era el año 2010, vos sólo tenías 16 añitos y creías que te llevabas el mundo por delante sólo porque empezaste a salir con él, un chico más grande y que ya manejaba su propio auto. Hoy, más de una década después, te das cuenta todo lo que te falta aprender. Te consume la nostalgia y eso mismo te lleva a recordar los buenos momentos con Dani. Cuando se conocieron, cuando se lo presentaste a tu mamá, la primera cena romántica. Tantos recuerdos y el muy hijo de puta lo tuvo que echar todo a perder. Pero lo seguís amando. No sabes que hacer. Si volver atrás o aprovechar la pelea para no hablarle nunca más. La culpa de haberlo dejado tan mal parado delante de sus amigos empieza a tomar posesión de tu alma. (Los lectores decidieron que Cecilia vaya a la casa de una amiga.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

queria votar y la encuesta ya habia cerrado! ufa!