martes, 19 de octubre de 2010

Episodio 15: Un día distinto

Comenzás a despertar la conciencia. Inconscientemente te movés sobre tu propio cuerpo un par de veces. Para un lado. Para el otro. Escuchás una voz de hombre decir: "Dale, cualquier cosa te llamo más tarde pero no creo. Abrazo". Empezás a tomar conciencia del tiempo y lugar. Bostezás y con el mismo gesto vas abriendo lentamente los ojos. Luego de un par de parpadeos él te dice: "¡Sorry, no quería levantarte!". Sonreís y lo saludás con la mano que tenés por fuera de la sábana. Dormirías mil horas más, siempre junto a él. Empezás a mirarlo y está vestido. No querés que se vaya. Le preguntás con quién hablaba y a dónde va. Te dice que estaba hablando con la gente de la oficina, organizando para que hagan su trabajo porque él hoy no podía ir. Y no va a ningún lado sino que vino. Que lo discúlpes que se llevó las llaves porque tenía que salir un momento. Te pide que lo esperes un minuto. Le contestás con otra sonrisa. Mientras te frotas el ojo para terminar de abrirlo mirás el reloj de la mesita de luz. Son las 11:34. Cerrás los ojos. Esuchás unos ruidos en la cocina. Sentís que Juan vuelve y cuando llega a la habitación pide permiso. Abrís los ojos. Una bandeja con té, jugo de naranja, dos tostadas, manteca en un platito y en otro un churro con dulce de leche bañado en chocolate. Morís de amor. Se te humedecen los ojos, te mordés los labios, agradecés y ahora la sonrisa sale de la cara de él. Te incorporás, te sentás y él apoya la bandeja en la cama a un costado tuyo. Te da un besito, te acaricia el pelo y te da otro besito. Te sentís en un mundo de fantasía. Le agradecés de nuevo y te incita a que comas. Ante tu pregunta, te dice que ya tomó un café y que no te esperó porque estuvo resolviendo lo del laburo así podía tomarse el día. Mientras tomás el desayuno, escuchás que te dice que todavía no sabe quién sos y que sólo sabe lo que siente. Apenas te roza los labios, muy románticamente.

Todo esto te asusta un poco. Tanto amor te produce una sensación de incomodo bienestar. Pero te hace sentir bien. Te parece tan lindo Juan. Cada vez más. Te derretís cuando te limpia con la servilleta ese poco de café que te había quedado en la comisura. Dejás la cara mirando la taza, tus ojos suben para buscarlo a él y los cerrás bien fuerte. La sonrisa más grande del mundo está en tu cara. Abrís los ojos, ves como se acerca y empieza a tocar sus labios con los tuyos. Sabroso. Tierno. Te acaricia el pelo y pasa la otra mano por atrás para abrazarte fuerte. Te da un beso en el cuello y te acaricia la espalda. Todo te parece tan irreal. ¿Hace cuanto que esperabas esto? Una vida esperándolo. Siempre quisiste encontrar alguien así. Crees que Dios existe. No hay otra forma de poder explicar la aparición de este ángel. Te suelta y unta la tostada. Te la alcanza y vos la comés. Tu sonrisa en imborrable. Cada tanto te aclara que jamás le pasó algo así, esto de sentir el flechazo. No quiere ponerse a cuestionar para no frenar nada. Lo contenes diciéndole que se quede tranquilo y que están para vivir el momento.

La armonía se respira en el ambiente. Conexión. Pura química. Te dás cuenta que la cabeza se mete en tu sentir cuando estás tan cómoda y en una situación tan placentera. Generalmente, no aceptás el goce. Está vez, lográs mantener la cabeza despejada y sacar los fantasmas de la confusión.

Sale el tema de lo que pasó ayer en la situación con Julia. Te confirma que se alejó porque se sentía incomodo. Que él puede tener relaciones sólo si tiene algún tipo de sentimiento y estaba sufriendo estando ahí. Te da mayor ternura. Suena tan sincero. Te disculpás por haberlo hecho pasar por eso y le echas la culpa al faso que trajo. Se ríen los dos y se olvidan del tema. Terminás el café, te alcanza el churro con una servilleta que lo envuelve, apoya sobre la mesita de luz el vaso con jugo de naranja con un platito abajo y se lleva la bandeja con el resto para la cocina.

(Los lectores decidieron que se van a la plaza y pasan el día al aire libre)

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