martes, 27 de julio de 2010

Episodio 3: Amistad complementaria

Sentís que sos una masa de nervios. Pura confusión. Empezás a notar que estas en el momento justo, ese que tanto estudiaste en la facultad. El límite entre la cordura y la locura. Mirás para todos lados y sentís que cada persona que está cerca te mira y vos no entendés por qué. No lo soportas. Entrás a correr. Corres, corres, corres. De golpe te detenés. Estas a un par de cuadras de la casa de Julia.

A Juli no la conoces hace tanto, pero la sentís muy intima. Sentís que está en una sintonía complementaria a la de tu cabeza. Muy pocas veces están de acuerdo. Eso te hace sentir bien con ella y eso mismo te impulsa a ir a su casa por ayuda. Llegas a la puerta, presionas el timbre del segundo piso B, encendés un cigarrillo y esperas que te contesten. Ves que la mitad del pucho se consumió y tocás de nuevo. Juli te atiende, le pedís hablar y te abre la puerta de entrada. Subís, entras a su casa y le das un abrazo interminable. Demostrás la contención que necesitas. Te invita a sentarte, prepara un café para cada una y dá paso a que le cuentes todo.

Era lo que necesitabas. No sabés por dónde empezar, pero sabés que por más que no seas muy clara, Julia te va a entender. Encendés otro Lucky y empezás a desahogarte. Le contás que Dani empezó a recibir llamados en los que se alejaba para hablar, así vos no escuchabas. A eso se le suma su inmadurez. Te demuestra ser muy posesivo, pero al mismo tiempo no se compromete. Quiere que duerman juntos, pero no que compartan un alquiler. Quiere que los viernes se queden viendo una película, pero no hay domingo que logres estar con él. Y encima esos llamados. ¿Quién será?. No llegaste a la desesperación de revisar su celular, aunque ganas no te faltaron. Ahí Juli te pide que te tranquilices y vos tomas un respiro. Silencio. Suena tu celular y es Dani. Lo vas a atender pero Juli te pide que por favor no lo hagas. Dani corta. En ese momento empezás a debatir con tu amiga sobre los pasos a seguir. Ella argumenta que tenés que esperar un tiempo, que actuar en caliente sería seguir en la misma rueda que gira y nunca se detiene. Sería empezar de nuevo con más de lo mismo. Vos insistís que tenés que dar la cara, respaldándote en el amor y en tantos años pasados juntos. No tenés más argumentos que esos. A medida que pasa la conversación, la situación se torna en una nueva tensión en tu día, y por qué no, en tu vida. Vos de a poco te indignas porque crees que ella tiene una actitud poco receptiva, aunque te confunde que en realidad es eso lo que te atrae a su amistad. Por un momento la entras a desconocer. Cada momento que pasa, todo se va volviendo menos claro. Lo único claro es que tenés que actuar antes de que la situación te sobrepase y actúe por vos. (Los lectores decidieron que Cecilia empiece a llorar desconsoladamente.)

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